Need for Speed - The Run
|
La saga de conducción Need for Speed no se pierde su cita anual con
los videojuegos y en esta ocasión le toca apostar por la experiencia
arcade y desenfadada frente a la simulación que últimamente había
caracterizado a la subserie Shift.
En esta ocasión le toca a Black Box, quienes han
firmado muchas entregas de la serie, como Carbon, ProStreet y
Undercover en estos últimos años. En muchos sentidos, esta entrega
que ahora nos ocupa, Need for Speed: The Run, se sitúa más o menos
en la línea de esos títulos, aunque no sería justo ignorar las
novedades que introduce el estudio con la apuesta de este año, si
bien el pedigrí es innegable.
El planteamiento del juego pasa por llevarnos a una carrera que
cruza EE.UU. de costa a costa, lo que tiene un importante atractivo
por lo que el recorrido supone para el imaginario colectivo, todo
ello como parte de una gran carrera ilegal contra montones de
pilotos atravesando algunos puntos esenciales para la iconografía
del país norteamericano.
Por supuesto, la carrera no se hace de un tirón y está dividida en
tramos. De manera similar a lo que sucede en las etapas ciclistas,
el tiempo de cada tramo se va sumando de manera lo importante es
sumar el menor tiempo posible en el cómputo global. La competición
nos lleva a correr por carreteras perdidas en mitad del campo, pero
también en populosas ciudades con un tráfico en ocasiones endiablado
(pero nunca lo suficiente como para ponernos en dificultades serias
o tediosos atascos, claro).
Sin embargo, el juego presenta un giro jugable que sorprenderá por
su integración en el juego y la ejecución pobre del mismo: andar a
pie, huyendo de la policía o, en general, apostando por la acción
fuera del coche. Esta apuesta por la acción es la excusa para contar
la historia del juego, bastante estereotipada, y ofrecer un cambio
jugable.
Need for Speed: The Run es una entrega de la saga que va más allá de
ser simplemente competente. Proponer el viaje por EE.UU. de costa a
costa es un movimiento inteligente y se beneficia de recorrer
algunos lugares absolutamente icónicos pisando a fondo el
acelerador. La historia que se emplea para llevarnos a través del
modo principal para un jugador es genérica y en consecuencia muy
poco atractiva. Los momentos en los que la acción sucede fuera del
coche son escasísimos, por suerte, porque no aportan nada de
interés, lo que hace que al final los aspectos positivos se impongan
sobre lo anodino.
|
|
|
|